Algún medio lo presenta como el primer videoclip porno hecho en España y la banda lo promociona con una imagen que emula el famoso vídeo en el que Kanye West comparte cama con Kim Kardashian, Donald Trump y Taylor Swift entre otros.
Aunque los planteamientos del videoclip musical y el cine porno son muy distintos, hay productos que en más de una ocasión han dado pie a la comparación. Es cierto que dentro de la escena underground no han faltado los esfuerzos por incorporar elementos tradicionalmente atribuidos a aquél a fin de romper tabúes, normalizar la sexualidad o reivindicar la especificidad de los valores estéticos frente a las imposiciones morales y sociales. Que otros, aunque ajenos a la instrumentalidad porno, no han encontrado razón alguna para la inhibición sexual. Pero también, que el empleo del sexo como reclamo comercial, aun evitando escenas explícitas que limitarían su exhibición, es una práctica generalizada en videoclips de propósitos calculadas, tan sofisticado en la producción, como cutre en lo estético y alienante en lo social.
La intención declarada de los miembros de Novedades Carminha resulta inapelable: "Queremos que la gente se emocione, que bailen y que follen", pero quizá haga falta algo más para definir criterio, hacer gala de novedad y marcar la diferencia. En este caso, y para evitar sospechas de astucias publicitarias o comparaciones con montajes caprichosos de youtubers, se echan de menos una propuesta de conjunto clara y una técnica más innovadora y consecuente con las características del clip musical. Así, un vídeo atento a los detalles de texto, ajustado a la dinámica musical de Ritmo en la sangre, y un sello de identidad más robusto que la mera aparición de los artífices de su banda sonora.
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