La guitarra acústica y su voz curtida lo bastan para llenar de sonido el escenario de la WGBH Music de Boston. Es presentado ante el público norteamericano como músico activista vinculado al punk y al folk, dio sus primeros pasos en el panorama punk inglés de los primeros ochenta, un movimiento urbano cuyo espíritu mantiene, y que combina con su más reconocible faceta de folk de explícito contenido político social.
Comienza su actuación con ese himno a favor del socialismo que es Upfield, Campo abierto. Aprovecha la ocasión para dar lustre a un término en Estados Unidos más asociado a los excesos totalitarios de ciertos regímenes, que a ese otro movimiento al que él prefiere adherirse y que tiene un significado más reconocible en el inglés británico: un socialismo de corazón que promueve la compasión, no solo entre unos y otros, sino también por el medio ambiente. Es a este al que dedica esa dura advertencia apocalíptica que es que es King Tide and the Sunny Day Flood, La gran marea y la inundación del día soleado. Eso que muchos ven como la crisis de la masculinidad es el fundamento argumental de Handyman Blues, El blues del manitas. La sesión finaliza con Why We Buid The Wall, una canción que dice inspirada en el Hadestown de la cantautora norteamericana Anaïs Mitchell y que le sirve de paso para denunciar esos muros que nos llegan, en este caso con referencia a los proyectos que comparten el país que visita y el Brexit del suyo propio:
¿Por qué construimos el muro? Para seguir siendo libres.
¿Cómo preserva el muro nuestra libertad? Dejando fuera al enemigo.
¿Cómo se llama el enemigo? El enemigo es la pobreza.
El muro nos mantiene libres porque ellos quieren lo que nosotros tenemos.
Porque nosotros tenemos y ellos no.
Tenemos un muro en el que trabajar. Y esta tarea nunca acaba. Una guerra que nunca se gana.
Para eso construimos el muro. Para seguir siendo libres.
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