El pasado 8 de septiembre comenzaron en Nepal unas protestas que rápidamente escalaron en una revuelta nacional. La represión policial dejó entre 19 y 22 muertos en los primeros días, según distintas fuentes, y fue entonces cuando muchos en el mundo tomaron conciencia del contexto político y social que atravesaba el país. Días antes, el gobierno había bloqueado el acceso a 26 plataformas de redes sociales —entre ellas YouTube, Instagram, WhatsApp, Telegram, Facebook, X y TikTok—, alegando razones de seguridad nacional. El apagón digital afectó directamente a la juventud, que encontraba en estas plataformas no solo espacios de expresión, sino también medios de sustento y organización.
Los principales acontecimientos se concentraron en Katmandú, donde los manifestantes incendiaron edificios clave como el Parlamento y, según medios locales, la residencia del ex primer ministro Jhala Nath Khanal, en cuyo ataque habría fallecido su esposa. La situación se tornó crítica: el ejército fue desplegado en las calles y el aeropuerto internacional de Katmandú llegó a cerrar temporalmente, aislando al país del exterior.
Nepal, que abolió su monarquía en 2006 tras una guerra civil de diez años entre las autoridades y la insurgencia maoísta, vive desde entonces bajo un régimen republicano federal parlamentario. Sin embargo, la actual generación de jóvenes —la llamada Generación Z— se ha alzado contra el gobierno liderado por el Partido Comunista de Nepal-Unificado Marxista Leninista (CPN-UML), al que acusan de autoritarismo, corrupción y negligencia ante la crisis económica. Se sienten excluidos de la representación política y son los principales afectados por el desempleo y la migración forzada.
La sucesión de disturbios ha elevado el número de víctimas mortales a 72 y ha culminado con la dimisión del primer ministro, sustituido de forma interina por Sushila Karki. El nombramiento se produjo tras negociaciones entre el presidente Ram Chandra Paudel, el jefe del ejército Ashok Raj Sigdel y representantes del movimiento juvenil, que debatieron ampliamente el asunto en la plataforma Discord. Muchos analistas han calificado este movimiento como la primera revolución digital del mundo contemporáneo, por el papel central que han jugado las redes sociales en su organización. Paradójicamente, ha sido dicha plataforma, Discord —una de las pocas que logró mantenerse activa— la herramienta clave para coordinar acciones, compartir información y articular la protesta.
Se trata de una revolución en gran medida espontánea, con escasos códigos y más proclamas en memes que en discursos, cuyo futuro está por conocerse: si servirá para asentar un modelo renovado surgido de las plataformas digitales, si se extenderá por países vecinos, o si quedará como un capítulo más dentro del largo periodo de cambios e inestabilidad que atraviesa el país, en este caso con cuantiosas víctimas.
En este contexto, la música ha funcionado como altavoz, refugio y símbolo generacional. Para entender mejor los códigos culturales de esta juventud en rebeldía, hemos rastreado algunos de sus referentes musicales.
Rap y Nephop: la lírica de la revuelta
El rap y el hip-hop, por su enorme popularidad entre los jóvenes nepalíes, se han convertido en géneros clave para la expresión juvenil y la crítica social. Curiosamente, siguiendo un patrón común en los vídeos de estos géneros a nivel internacional, reflejan un modelo de opulencia que en esta revolución se ha denunciado como propio de una clase dirigente aburguesada. En ellos abundan elementos como el alcohol, las drogas o la sensualidad, en contraste con letras que abordan temas como la desigualdad, la corrupción y la vida urbana.
Entre los más conocidos se encuentra el prolífico Samir Ghising, conocido como VTEN, un ídolo entre la juventud nepalí. Sus canciones combinan crítica social, experiencias personales y provocación, con numerosas escenas de desafío a las autoridades.
Otro de los raperos más populares es Young Lama, con un estilo multilingüe en el que combina inglés, nepalí, hindi y tibetano, y en el que se cruzan lo urbano y lo rural.
KRIZN, cantante y compositor originario de Kohalpur, fusiona rap y R&B, y forma parte de la nueva ola de músicos que están redefiniendo el panorama urbano del país.
Rapstar Baby es una rapera bilingüe que combina el nepalí y el inglés en sus letras, con un enfoque marcado por la reivindicación feminista. El videoclip de Up, rodado en escenarios urbanos de Katmandú —la capital de Nepal—, gira en torno a la superación personal, la ambición sin complejos y el orgullo de clase. Su verso más citado resume el espíritu del tema: “Voy hacia arriba, sin importar quién esté mirando.”
Una de las revelaciones recientes en el panorama nepalí es Giddi Nagara, con uno de los temas más comentados dentro del movimiento Nephop, especialmente entre la Generación Z que ha protagonizado las protestas. En esta canción mezcla beats oscuros con una lírica agresiva y sarcástica, dirigida a las élites urbanas y a la clase política. Su estribillo dice: “En la ciudad de los arrogantes gira el orgullo, nosotros giramos como un revólver”.
Por último, un tema explícito sobre la revolución: GEN-Z, del joven rapero Rapstar Blinkx, vinculado al colectivo Lion Gang. El videoclip incluye imágenes de las protestas del 9 de septiembre en Katmandú, con escenas de Blinkx rapeando frente a muros grafiteados y barricadas.

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