Estos días nos dejan dos músicos que marcaron los sonidos más transgresores de los ochenta y noventa en nuestro país. Por un lado, el asturiano Jorge Martínez —70 años—, cara visible de Ilegales y emblema del rock con raíces punk de los años ochenta, autor de discos decisivos como Ilegales (1982), Agotados de esperar el fin o Todos están muertos. Por otro, el extremeño Roberto Iniesta —63 años—, fundador de Extremoduro, cuya trayectoria alcanzó un hito con Ágila (1996), disco que supuso la culminación compositiva y el desarrollo lírico e instrumental de una banda iniciada en 1987.
Ambos supieron reunir a públicos de preferencias estilísticas muy distintas en una época dominada por tribus urbanas; coinciden, además, en la apuesta por líneas sonoras atrevidas y transgresoras. En los dos casos se aprecia una inquietud estética y una rebeldía que no buscaban dañar a nadie, pero que rara vez dejaban indiferente: provocaron recelo e incomprensión porque privilegiaban la sacudida emocional e intelectual, la intensidad sonora y el rechazo de las posiciones cómodas y gregarias. Ilegales lo hizo muchas veces desde el sarcasmo y la provocación política; Extremoduro, desde referencias marginales y una poética que siempre rozó el límite de lo socialmente aceptable, pero que hablaba con crudeza de la experiencia vital y afectiva.
Recordemos aquí una imagen interesante: el cronista bizantino Juan Malalas atribuye el descubrimiento de la música a Epimeteo, “el que piensa después”, contrapuesto a Prometeo, “el que piensa antes”. Epimeteo encarna el despiste, la acción sin cálculo, la torpeza que hace aparecer algo nuevo. Esa metáfora sirve para pensar la música como fruto del riesgo, la precariedad y el ensayo: autores que se atreven, que se equivocan y, en esa búsqueda, encuentran su forma de expresión musical.
Con su rechazo a los formalismos, la complacencia y la alienación, y con una dureza siempre cargada de fragilidad y honestidad estética, nos dejan un legado que ha hecho vibrar a generaciones. Queda para quienes vienen el reto y el placer de seguir escuchando —no con idolatría ni literalidad, sino con atención, sensibilidad y espíritu crítico— unas canciones y unas actitudes que invitan a desafiar la comodidad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario