Admitiendo el valor del montaje visual y su coherencia con el ritmo musical, reconozco que en este caso las imágenes me chocan y para mí, más que su expresión, este vídeo representa de alguna forma un contrapunto al tono doliente y melancólico de José Ignacio Lapido en esta canción. Y sé que los ricos también lloran y que cada uno trata de ligar la música su experiencia vital, pero pienso que, en un tema como este, el recurso a lo sutil, y el reflejo de las experiencias sencillas y la expresividad de la vida cotidiana, hubiesen sido un material de partida más sólido que una secuencia de imágenes protagonizada por una pareja a la que se le corta el punto del edredoning y los viajecitos superguays cada vez que experimenta desde el más allá señales tipo Scooby Doo. Y es muy posible que, por ejemplo, la interpretación serena pero descarnada del cantautor granadino me hubiese dicho bastante más que el recurso a un materializado "viejo príncipe del dolor" que quizá esté pensando, mientras interpreta su papel con mirada afectada y cara de circunstancia, en los años que tendrá que seguir actuando en el caso de aprobarse la reforma de pensiones que proyecta el gobierno.
Menos mal que, como dice Luis Eduardo Aute, queda la música, y contamos con este otro gran trabajo de Lapido, De sombras y sueños, para hacerlo propio y disfrutar de él escuchándolo, viviéndolo y pensándolo. Y puestos a pensar, atentos a su consejo: "Hazle caso al perro asirio y pon mucha atención porque el cielo manda avisos en forma de delirios, pero a veces tienen forma de canción".
Menos mal que, como dice Luis Eduardo Aute, queda la música, y contamos con este otro gran trabajo de Lapido, De sombras y sueños, para hacerlo propio y disfrutar de él escuchándolo, viviéndolo y pensándolo. Y puestos a pensar, atentos a su consejo: "Hazle caso al perro asirio y pon mucha atención porque el cielo manda avisos en forma de delirios, pero a veces tienen forma de canción".
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